Page 253 - Mundos En El Abismo - Juan M. Aguilera
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dormir otras ocho. Ocho y ocho, ése era el


           simétrico día de la Marina. A cualquiera que


           hubiera viajado en una nave de guerra le


           costaba luego adaptarse a los inconstantes e


           imperfectos días planetarios.


              Como veterano disfrutaba de un coy colocado



           en dirección de giro, lo que le evitaba todas las


           molestias producidas por la coriolis. Trepó por


           el entramado de hierro hasta alcanzarla. Era


           la última, pegada claustrofóbicamente al


           techo, y a la pared de estribor. También esto


           era una ventaja, pues evitaba que nadie tuviera


           que pasar sobre él para llegar a su coy.



              El techo del sollado era una auténtica


           despensa. De él colgaban diversas variedades


           de embutidos y grandes pedazos de pan seco,


           lo que, unido al constante olor a transpiración


           humana, daba a la sala su aroma característico.


              Se podría pensar que cualquiera podría caer


           en la tentación de alargar un brazo, y


           apropiarse de una ración extra. Pero a Phores


           ni siquiera se le había pasado esto por la





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