Page 295 - Mundos En El Abismo - Juan M. Aguilera
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A continuación, Jonás, Gwalior y el infante
camuflado, dirigidos por el sargento, entraron
en la cámara de descompresión. De unas
perchas metálicas colgaban las partes
superiores de las armaduras. Cada una de ellas
pesaba alrededor de los noventa kilos, y
tardaron cerca de media hora de complicadas
contorsiones en introducirse en las que tenían
asignadas.
Después de entrar en los pantalones, uno
debía de agacharse para poder entrar en la
rígida parte superior de la armadura. Un grupo
de auxiliares corría de un lado a otro
intentando ayudarles a todos. Entre otras
cosas, tanto el casco como los guantes no
podían colocárselos sin ayuda. El casco poseía
un resistente cristal de roca tallado en
Visloka, con un amplio campo de visión en todas
direcciones excepto hacia abajo, donde la caja
con las herramientas, sujeta al pecho, impedía
toda visión.
Una vez encerrados dentro de la armadura,
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