Page 361 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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Barnes  Wallis  me  lanzó  una  mirada  de


                  advertencia.


                  —Tengo                 pruebas                —me              dijo          Gödel

                  intensamente—.  Tomé  dos  fotografías,  una


                  de 1915 y otra de este año, del hombre que


                  pretende  ser  el  Káiser  Wilhelm.  Si  mide  la


                  longitud de la nariz y calcula la proporción

                  con  la  distancia  desde  la  punta  de  la  nariz


                  hasta la barbilla, descubrirá que es diferente.


                  —Yo... ah... ¡Gran Scott!

                  —Sí,  y  con  ese  simulacro  en  la  jefatura,


                  ¿quién sabe hacia dónde va Alemania? ¿Eh?


                  —Eso  —dijo  Wallis  con  rapidez—.  De


                  cualquier  forma,  no  importan  los  motivos,

                  estamos  contentos  de  que  aceptase  nuestra


                  oferta, de que eligiese Gran Bretaña como su


                  hogar.

                  —Sí —dije—, ¿no podía haber buscado algún


                  lugar en América?. Quizás Princeton, o...





                  Pareció sorprendido.

                  —Supongo  que  podría.  Pero  sería  por


                  completo imposible. Por completo imposible.


                  —¿Por qué?

                  —¡Por  la  constitución,  por  supuesto!  Y  se


                  lanzó a un largo monólogo sobre cómo había


                  descubierto un fallo lógico en la constitución


                  americana  que  podría  permitir  la  creación

                  legal de una dictadura en aquel país.


                  Wallis y yo lo aguantamos sentados.



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