Page 358 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
P. 358

Wallis me advirtió que la visita duraría sólo


                  unos minutos. Llamó a la puerta.


                  Una voz aguda y alta sonó dentro:

                  —¡Pasen!


                  Penetramos  en  una  habitación  amplia,  con


                  techos altos, una buena alfombra, un bonito


                  papel pintado y una mesa cubierta de cuero

                  verde. Antes la habitación debía de tener una


                  buena  iluminación,  ya  que  las  grandes


                  ventanas                —ahora               cubiertas—                   estaban

                  orientadas al oeste: de hecho, en dirección al


                  lugar donde yo me alojaba.


                  El  hombre  de  la  mesa  continuó  escribiendo


                  cuando              entramos;                mantenía                el      brazo

                  alrededor  de  la  página,  evidentemente  para


                  que no viésemos nada. Era un hombre bajo,


                  delgado  y  de  aspecto  enfermizo,  con  una

                  frente amplia y frágil; su traje era de lana y


                  estaba  lleno  de  arrugas.  Mi  impresión  era


                  que tenía unos treinta años.


                  Wallis levantó una ceja.

                  —Es un tipo raro —me susurró—, pero una


                  mente increíble.


                  La habitación tenía estanterías, que en aquel

                  momento estaban vacías; la alfombra estaba


                  repleta  de  cajas,  libros  y  revistas  —la  ma‐


                  yoría  en  alemán—  que  se  habían  caído


                  formando  montones  desiguales,  y  había

                  varios botes de muestras. ¡Y en uno de ellos







                                                                                                     358
   353   354   355   356   357   358   359   360   361   362   363