Page 708 - Hijos del dios binario - David B Gil
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compungido.


                  Mientras enfilaba el camino hacia su habitación,


           consultó  brevemente  la  hora:  tenía  menos  de


           cuarenta  minutos  para  reunirse  con  Eugene  y



           acababa  de  quedarse  sin  el  combustible  necesario


           para alumbrar su plan.








                  Tendido en la cama, Eugene intentaba empujar


           con  la  mirada  el  segundero  de  su  reloj  de  pared,


           ansioso por que las agujas marcaran de una vez las



           siete de  la tarde.  Cuando  por  fin  llegó  la hora, se


           calzó unas zapatillas deportivas prácticamente sin


           uso, recogió su abrigo más grueso del armario y se


           guardó  en  los  bolsillos  una  pequeña  azada  del


           jardín y sendas bolas de billar que había distraído


           semanas atrás. Sintiéndose preparado, se dirigió al


           vestíbulo de la planta baja, donde a esa hora, con


           las  últimas  clases  concluidas  y  un  buen  rato  para


           cenar  por  delante,  se  aglomeraban  casi  todos  los



           residentes de St. Martha.


                  Enfiló  el  pasillo  con  aire  jovial,  incluso  habría


           silbado  de  recordar  alguna  canción,  y  descendió


           por  la  escalera  con  saltos  juguetones  hasta


           detenerse  a  cinco  peldaños  del  final.  Desde  allí,


           oteó  sobre  los  rostros  y  las  voces  en  busca  de




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