Page 808 - Hijos del dios binario - David B Gil
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exámenes de sus cada vez más mediocres alumnos.
Lo cierto es que aún no había decidido si eran ellos
o era su percepción del mundo lo que empeoraba
curso a curso. Poco importaba en realidad, pues el
resultado seguía siendo un creciente hastío del que
no veía forma de escapar.
Ocupó su asiento en un módulo de cuatro
plazas que, habitualmente, permanecía vacío
durante todo el trayecto, lo que le permitía
distribuir cómodamente sobre la mesa su material
de trabajo. Sacó de su maletín una pantalla flexible
y se dispuso a leer, con la sien apoyada sobre los
dedos, la disertación de una jovencita sobre los
rudimentos del análisis telomérico.
Consiguió mantener la concentración durante
más de veinte minutos antes de desviar la vista
hacia la ventanilla: el tren había dejado ya atrás el
extrarradio y se alejaba de la costa. Fue entonces, al
mirar brevemente a su alrededor, cuando reparó en
que era el único ocupante del vagón. Frunció el
ceño y se incorporó para observar el coche
contiguo, donde otros pasajeros dormitaban o leían
en sus asientos. Era una extraña coincidencia que
no dejaba de agradecer, así que, sin darle mayor
importancia, se reclinó en su asiento y volvió al
trabajo. Su alumna se explayaba ya sobre las
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