Page 807 - Hijos del dios binario - David B Gil
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Capítulo 24


            Hijos de otro tiempo









                  Robert Kerner aguardaba pacientemente a que


           el  tren  abriera  sus  puertas.  El  hormigón  parecía


           haber  absorbido  todo  el  bochorno  de  aquella


           jornada de noviembre, y ahora lo destilaba, gota a


           gota,  en  la  atmósfera  del  andén.  Se  secó  la  frente


           con  un  pañuelo  y  se  desabrochó  otro  botón  de  la


           camisa.  Con  los  años  había  aprendido  a  odiar  un



           clima que, en días como aquel, le hacía sentirse aún


           más torpe y viejo. Por fin las puertas se abrieron y


           Kerner  recibió  con  los  ojos  cerrados,  como  una


           bendición,  la  ráfaga  de  aire  climatizado.  Subió  al


           vagón  y  se  dirigió  a  su  asiento  habitual.  Desde


           hacía once años, cada jueves, al concluir sus clases


           de bioingeniería en la Universidad de Ciudad del


           Cabo,  tomaba  el  tren  rápido  que  lo  llevaba  hasta


           George,  una  urbe  residencial  más  acorde  a  sus



           discretas  necesidades.  El  trayecto  duraba  casi  tres


           horas,  pero  merecía  la  pena  el  esfuerzo:  la  afable


           clase  media  de  George  lo  había  recibido  con  los


           brazos  abiertos  y  le  había  permitido  huir  de  las


           rencillas  de  la  comunidad  universitaria.  Además,


           podía  aprovechar  el  viaje  corrigiendo  textos  y




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