Page 856 - Hijos del dios binario - David B Gil
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no fuera por ella, lector, nunca habrías leído esta
historia. ¿Acaso no es eso mágico?
Continúo dando las gracias a mis
«betalectores»: Vania Segura, madre de
iberovikingas, filóloga de alma y formación; la
primera en cazar con ojo implacable los errores que
se agazapan en mis manuscritos. A Antonio
Montilla, que me dijo todo lo que a un escritor no le
gusta escuchar, pero que un amigo necesita oír.
Gracias también a Samuel González Rubio, a quien
no conozco en persona, pero que aceptó leer mi
manuscrito sin saber quién era el autor ni sobre qué
trataba, con el riesgo que conlleva aceptar un
compromiso de ese tipo; tengo la tranquilidad de
saber que, al menos, lo disfrutó. Prosigo con
Antonio Torrubia, librero malevo, «el hombre que
susurra fallos de concordancia», que me martilleó
durante un mes enviándome erratas al móvil, y aún
sospecho que no halló tantas como le hubiera
gustado. A mi último «betalector», Esaú Mejías,
amigo con el que he compartido veranos y lecturas,
me vino al pelo que fueras doctor en microbiología,
para qué negarlo. Gracias por esa conversación de
la que ya probablemente no te acuerdes, pero en la
que me aclaraste unas cuantas ideas, y gracias por
comprobar que la novela no contuviera ningún
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