Page 854 - Hijos del dios binario - David B Gil
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usted deba preocuparse —zanjó el hombre de
Inacorp—. Ahora, si les parece bien, enséñenme el
resto de las instalaciones para que pueda informar
al señor Inamura de que todo está en orden.
Ancel condujo a su invitado al exterior y cerró
la estancia, dejando a Lewis Berenger en el interior,
atento al resto de la sesión. El psicólogo se sentó en
uno de los butacones y abrió su bloc de notas. Sabía
que era en vano, el sujeto no respondería a ninguno
de los escenarios, nunca lo hacía. Y mientras
contemplaba la media sonrisa del chico al otro lado
del cristal, mientras se sentaba frente a frente al
mayor reto de su carrera, se preguntaba cómo
Ludwig Rosesthein podía haber traído de vuelta a
uno de los mayores monstruos conocidos por la
historia.
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