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exclusión que requieren ser estu-
diados. Por ejemplo, las aporías
contenidas en los llamados “dis-
cursos de igualdad de género en la
cultura”, y tipos de “mesianismo”
vinculados con ellos. A lo que
agregaría la falta de conocimiento
e, incluso, atención al estado de la
cuestión y la bibliografía básica
(más allá de textos “oficiales” o
clásicos), así como la consolida-
Presentación del dossier “Música y estudios sobre las mujeres” ción de un modelo unidireccional
TRANS 15 (2011). De izda. a dcha.: Eduardo Viñuela, Susan (asociaciones, colectivos, institu-
Campos, Nieves Hernández y Josemi Lorenzo tos, centros de la mujer), en detri-
mento del debate teórico. En efecto, como sucede con la opinión pública, dentro de la
academia se sigue trabajando con “impresiones” dirigidas, justificadas por activismos
concretos.Activismos necesarios, sin duda (he participado en muchos de ellos), básicos
y coherentes, pero no únicos.
Los estudios queer, por ejemplo, son una línea todavía pendiente, que pone en eviden-
cia los esencialismos fomentados por estas líneas dominantes. Los estudios sobre mas-
culinades –aunque también de carácter esencialista– tampoco están teniendo lugar en
el debate. Líneas de transfeminismo, transgénero, biopolítica o feminismosqueer siguen
ausentes, a pesar de que ya se están planteando proyectos de investigación experimental
que las aplican en los estudios sobre músicas. Pero para que estas líneas puedan desa-
rrollarse necesitamos independizarnos de los “parques temáticos”, llevar los debates a
otros foros, y, aunque siguen siendo necesarios, no limitarlas a las mesas “de género” en
las reuniones científicas. Entenderlas como categorías de análisis, como proyectos teó-
ricos e historiográficos significativos. Que una comunicación como la de Valeska Ca-
brera Silva, joven musicóloga que presentó en el seminario los primeros resultados de
sus investigaciones sobre la figura de Marta Canales Pizarro en la música sacra de San-
tiago de Chile (ver programa), tenga un lugar en los debates sobre motu proprio, la his-
toria de la música eclesiástica en el siglo XX, y la historia de la iglesia católica…, en
lugar de quedarse enquistada en aporías como la “composición musical femenina”.
Éstos son a mi criterio algunos retos, seguro que nos quedan muchos más… pero no
lo sabremos hasta que analicemos objetivamente las resistencias existentes y sus moti-
vaciones. Como coordinadora del Grupo Musicología feminista de la Sociedad de Et-
nomusicología (SIBE) –que colaboró activamente en el seminario–, creo en una musi-
cología comprometida con estos retos, con una sociedad plural y en paridad. Felicito a
Matilde Olarte y Laura Touriñan, directoras del seminario, por crear un espacio donde
poner sobre la mesa estos debates.
Gracias.
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