Page 123 - iIndependencia 1849-1856.
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La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia	  123

                 Los abajo firmados, Agentes de los Estados Unidos, Francia
            e Inglaterra, ya hemos tenido el honor de explicar claramente al
            Ministro de Relaciones Exteriores, los puntos de vista de nuestros
            respectivos gobiernos atañentes a las agresivas hostilidades de las
            cuales el pueblo dominicano ha sido objeto durante muchos años.
            Estos por este medio solicitan al gobierno de Su Majestad Imperial
            una respuesta categórica a la siguiente proposición: Un tratado de
            paz definitivo o una tregua de diez años, entre el Imperio de Haití
            y la República Dominicana.2

    Los haitianos empezaron a dilatar las negociaciones, pese a
las insistencias de los cónsules. El verdadero pensamiento del em-
perador nos lo ofrece esta interesante anécdota: En un Despacho
a su Gobierno desde Puerto Príncipe, el Agente norteamericano
Walsh decía:

                 Pocos días más tarde, el Secretario Privado3estaba cenando
            a bordo de la corbeta francesa ahora surta en el puerto, y al
            ponerse más comunicativo bajo la influencia del champán, muy
            cándidamente informó a los oficiales que su patrón dejaría a los
            plenipotenciarios, como estila llamarlos, distraerse por un tiempo
            con discursos y notas, pero que eventualmente se deshará de ellos
            sin tener que comprometerse en lo más mínimo, material de in-
            teligencia que los Oficiales naturalmente trasmitieron al Cónsul
            francés.4

    De todas maneras los haitianos, para ganar tiempo, informa-
ron a los plenipotenciarios que el Gobierno haitiano había desig-
nado una comisión para representarlos en las negociaciones. En
carta del 21 de febrero, el canciller, Duque de Tiburón, les decía:

2	 A. Lockward, Documentos para la historia, p. 172.
3	 Se refiere al del Emperador.
4	 A. Lockward, Documentos para la historia, p. 174.
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