Page 125 - iIndependencia 1849-1856.
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La mediación extranjera en las guerras dominicanas de independencia 125
A los ojos de las tres potencias, la independencia de los domini-
canos reposa sobre derechos tan sagrados, que forman un compacto
de razones tan fundamentales como respetables, una de ellas es tan
consustancial como las mismas que aseguran la independencia de
Haití. A sus ojos, ese pueblo está en posesión de todos los títulos que
constituyen a las nacionalidades en lo más incontestable; cuenta
con una administración regular; una legislación protectora de la
igualdad de todas las personas y propiedades; una organización
militar tanto de tierra como de mar; una bandera que disfruta de
los honores debidos a los de una nación libre; relaciones internacio-
nales a través de agentes acreditados; y hasta un tratado solemne
de reconocimiento y comercio con una de las principales naciones
de la tierra.7
Ahí los cónsules dieron un pequeño curso de Derecho de
Gentes al canciller haitiano, con la descripción de los atributos
principales de una nación.
Puesto contra la pared por la insistencia de los cónsules de
que solo habían ido a Haití a discutir los términos de la paz y de la
tregua, el Duque de Tiburón, les informó de una nueva dilación.
Como el caso era tan grave, el 11 de marzo de 1851, el Gobierno
haitiano informó que:
[...] ha decidido consultar la opinión del país a través de
sus órganos legítimos. Las Cámaras serán inmediatamente
convocadas, y la proposición hecha colectivamente por Francia,
Inglaterra y los Estados Unidos, relativa a la dificultad que divi-
de los departamentos del Este del resto del Imperio, será sometido
a ellas.8
Obviamente, esa contrapropuesta haitiana decepcionó a los
cónsules, quienes sabían que sería totalmente inaceptable por
7 A. Lockward, Documentos para la historia, p. 181.
8 Ibídem, p. 183.

