Page 227 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
P. 227
www.elaleph.com
Enrique IV donde los libros son gratis
EPÍLOGO
DICHO POR UN BAILARÍN
Primero, mi temor; luego mi reverencia, último, mi discurso. Mi
temor, es vuestro desagrado; mi reverencia, mi homenaje y mi
discurso, mi disculpa. Si ahora esperáis un buen discurso, estoy
perdido; porque lo que tengo que decir, es de mi propia cosecha; y lo
que debo decir será, a la verdad, en mi propio perjuicio. Pero al grano
y a la buenaventura... Sabréis, pues (como bien lo sabéis) que me
encontraba aquí al final de una pieza desgraciada, para pediros
paciencia para ella y prometeros una mejor. Pensaba, a la verdad,
cumplir mi promesa con esta; pero, si, como una mala operación, no
tiene éxito, quiebro y vosotros, mis amables acreedores, perdéis.
Prometí que aquí estaría y aquí entrego mi persona a vuestra merced.
Rebajad vuestro crédito y os pagaré una parte, haciéndoos promesas
infinitas, como lo hacen muchos deudores.
Si mi lengua no alcanza a induciros a darme carta de pago,
queréis que ponga en juego mis piernas? Pero sería pagar en moneda
demasiado ligera, compensar mi deuda con cabriolas. Una conciencia
sana debe dar todas las satisfacciones posibles y así quiero hacerlo.
Todas las gentiles damas aquí presentes, me han perdonado; si los
caballeros no lo hacen, entonces los caballeros no concuerdan con las
damas, lo que nunca fue visto en una reunión como ésta.
Una palabra más, os suplico. Si no estáis hartos de carne gorda,
vuestro humilde autor continuará la historia, en la que seguirá
figurando Sir John y os hará reír con la hermosa Catalina de Francia;
donde, tanto como puedo saberlo, Falstaff morirá de un sudor
resumido, a menos que no le hayáis ya inmolado por una injusta
227
Este documento ha sido descargado de
http://www.educ.ar

