Page 224 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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               William Shakespeare                    donde los libros son gratis

               FALSTAFF.- Y que he venido a colocarme aquí, maculado aun por el
               viaje, sudando del deseo de verle, no pensando en otra cosa, olvidando
               todo otro asunto, como si no tuviera otra cosa que hacer en el mundo,
               sino verle.
               PISTOLA.- Es semper idem, porque absque hoc nihil est. Eso está en
               regla.
               TRIVIAL.- Así es, ciertamente.
               PISTOLA.- Mi caballero, voy a inflamar tu noble hígado y hacerte
               encolerizar. Tu Dorotea, Helena de tus nobles pensamientos, está en
               un inmundo calabozo, en una infecta prisión, adonde la han arrastrado
               las más villanas y sucias manos. Levanta de su antro de ébano la
               vengadora serpiente de la feroz Alectro, porque Dorotea está en el
               violín. Pistola sólo habla la verdad.
                   (Aclamación en el interior y toques de trompeta)
               FALSTAFF.- Yo la libertaré.
               PISTOLA.- He ahí los rugidos del mar y el brillante sonar de las
               trompetas.
                   (Entran el Rey con su séquito, en el cual se ve al Justicia Mayor)
               FALSTAFF.- Dios salve a tu Gracia, rey Hal! mi real Hal!
               PISTOLA.- Los cielos te guarden y te preserven, muy augusto vástago
               de la fama!
               FALSTAFF.- Dios te salve muchacho querido!
               REY ENRIQUE V.- Milord Justicia, hablad a ese insensato.
               LORD JUSTICIA.- Estáis en vuestro sentido? Sabéis lo que decís?
               FALSTAFF.- Mi Rey! Mi Júpiter! Es a ti a quien hablo, mi corazón!
               REY ENRIQUE V.- No te conozco, anciano. Ve a tus oraciones. Que
               mal sientan los cabellos blancos a un loco y a un bufón! Largo tiempo
               he soñado con un hombre de esa especie, tan hinchado por la orgía,
               tan viejo y tan profano. Pero, despierto, he despreciado mi sueño. En
               adelante, amengua tu cuerpo y aumenta tu virtud; abandona la
               glotonería; sabe que la tumba se abre para ti tres veces más ancha que
               para el resto de los hombres. No me contestes con una bufonada. No

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