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Crónicas (continuación)
Cosecha de sandías, camino a Khor Virap.
como guía de turismo, tiene la posibilidad de hacer las tomas más
fantásticas que he visto de Armenia. Junto a Michel, hicimos algunos
viajes a lugares obligados, como la fortaleza pagana de Garni, el mo-
nasterio y fortaleza de Khor Virap con su imponente vista del Ararat,
y el monasterio de Geghard, parcialmente tallado en la piedra. La
elección del guía fue fundamental en este aspecto del viaje, ya que no
sólo nos llevó a los lugares más “fotogénicos” en los horarios más
adecuados, sino que además nos proveyó equipo fotográfico, que por
razón de peso no habíamos traído con nosotros en este viaje.
Quizás el aspecto que más me impactó del armenio común,
fue su cordialidad y generosidad, en especial hacia nosotros, totales
Michel recibe el regalo. Observen que el hombre se desconocidos. Camino a Khor Virap paramos al costado de la ruta
acercó hasta el auto. para ver cómo cosechaban sandías. Uno de los trabajadores no dudó
en acercarse hasta el auto y obsequiarnos una, sin esperar ninguna
retribución. Estábamos encantados con su espontaneidad. Algo pare-
cido nos pasó en la plaza al pie de Cascade. Un hombre de ensortija-
dos bigotes blancos, chaleco y un extraño sombrero Panamá, nos
sonreía sin que comprendiéramos la razón. Al acercarnos nos pidió
que esperásemos un momento y sacó del baúl de su auto unos da-
mascos[4], que nos entregó sin más, rehusando con los brazos en alto
la propina que le ofrecimos. Michel y yo nos mirábamos maravilla-
dos, y decidimos retratarnos con este hombre bueno, la generosidad
personificada.
Todavía en camino a Khor Virap, nos detuvimos otra vez,
ahora en un cementerio sobre la ruta a las puertas del convento. Allí,
unas lápidas fotográficas me llamaron fuertemente la atención. Nun-
El hombre de los damascos. Michel con su nuevo amigo.
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