Page 14 - Los Humanoides - Jack Willianson
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sobre el desierto era poco más que una lejana mota de
tizne manchando el horizonte.
¡Espera, Aurora! —gritó Ironsmith, intrigado y
algo inquieto—. ¿Adonde vas?
—El señor White dice que debo ver
inmediatamente al doctor Claypool —explicó la niñita,
tragando saliva—. ¡Pero lamento profundamente
haber perdido la oportunidad de comer ese helado!
Apretando la tarjeta en el interior de su bolsillo,
echó a correr por la estrecha carretera, manteniéndose
todo lo posible al amparo de los riscos con su escasa
sombra.
Ironsmith permaneció inmóvil, mirándola alejarse
con creciente preocupación. Se trataba de una criatura
hija del infortunio. La desnutrición había hecho a su
cuerpo demasiado pequeño para el tamaño de la
cabeza, y mientras corría parecía una viejecilla afanosa
y encogida.
Ironsmith no la comprendía. Su lacrimosa
determinación lo intrigaba y aquella extraña forma de
prestar atención a la Nada lo había inquietado hasta el
extremo de lamentar no haberle conseguido una
entrevista con el doctor Claypool, reglamentos o no de
por medio.
Por un momento el vestido amarillo brillante y la
cinta ʹescarlata desaparecieron tras una curva del
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