Page 37 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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sí mismo, quizá para recordar. De repente lejano,
como si su espíritu se hubiera retirado a una
distancia más segura. Para observar desde lejos.
Meciéndose aún en aquella silla que no se mecía.
Pasamos mucho rato sin hablar. El sol tocó
uno de los picos más altos, se rompió despacio
como una yema ensangrentada. En ese preciso
instante se levantó un viento que hizo repiquetear
la cola de conejo seca. Hacía frío.
Le pregunté si alguna vez se paraba a pensar
si habría algo más que aquello, algo más que ir
viviendo al día. Salir en mis vuelos de
reconocimiento, arreglar el avión, cultivar cinco
clases de hortalizas, cazar un conejo. O sea,
¿estamos esperando algo?
Su silla, cric cric, se detuvo. Se quedó muy
quieto, como un cazador que hubiera olido un
animal en el viento. Cerca. Como si se hubiera
despertado.
¿Cómo dices?
Algo más que esto. Que vivir al día.
Movió la mandíbula, sus ojos minerales
parecían cada vez más grises en la creciente
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