Page 34 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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No me lo ha dicho nunca, siempre ha sido
Bangley y punto, y, como ya he dicho, tampoco lo
llamo mucho así.
Las familias saben que tienen que quedarse a
cinco metros. Las tengo bien enseñadas. Ni una
sola vez me han mostrado agresividad, solo
gratitud, una gratitud que me llega a incomodar,
cuando les arreglo una bomba o les enseño a
fabricar trampas para peces de arroyo. La verdad
es que lo hago tanto por mí como por ellos: se
me afloja un no sé qué por dentro. Algo que
estaba casi congelado.
Bangley le da a la mandíbula y me mira
fijamente. Eso último le ha hecho el mismo efecto
que si hubiera hablado en japonés, un párrafo
entero terminado con una pequeña reverencia.
Como si a) no pudiera creerse que lo hubiera
dicho, y b) no entendiera ni una puta sílaba. El
lenguaje psicoespiritual lo deja… bueno, menos
que frío.
Una vez le pregunté si creía que había algo
más. Una de esas raras veces en que
compartíamos unas Coca-Colas en el porche
delantero de esa casa mía en la que nunca entro,
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