Page 38 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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penumbra. Quizá me había pasado de la raya.
Tengo que irme, dijo. Se levantó. Metió un
dedo en el bolsillo de la camisa de franela, pescó
el tapón de la botella, lo enroscó. Se fue del
porche llevándose consigo su Coca-Cola y
haciendo crujir el escalón roto bajo las botas.
Eso debió de ser el segundo año. Así que
ahora estoy en el hangar y sé que esa especie de
deshielo interior no me va a granjear su simpatía
precisamente. Con Bangley me paso la mitad del
tiempo pensando qué cosas no le puedo decir.
Abro una botella de aceite, la vacío en el
embudo hecho con una botella recortada y la
encajo en su gemela. La dejo que escurra. Miro a
Bangley de frente.
Quién sabe, a lo mejor un día seremos
nosotros los que los necesitemos a ellos. Nunca
se sabe.
Ja. Una tos de desdén. Eso no va a pasar
nunca, Hig. Como no sea para organizar un
funeral.
Él ya los ha despachado, ya lo está deseando.
Que se mueran todos.
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