Page 55 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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queda  al  este  de  la  pista  de  aterrizaje.  Lo  de


              comer en un lugar que es más que nada un taller


              me  da  la  sensación  de  temporalidad,  de


              provisionalidad. Por eso, en parte, no vivo en una


              casa.  Como  si  al  vivir  en  un  hangar,  al  dormir


              fuera, pudiera fingir que existe una casa en algún


              lugar, que en ella hay alguien, alguien con quien


              volver. Pero a quién quiero engañar. Melissa no



              volverá, las truchas no volverán, ni los elefantes,


              ni los pelícanos. Puede que la naturaleza vuelva


              a inventar un pez luchador de agua fría moteado


              y  orgulloso,  pero  nunca  logrará  repetir  el


              improbable elefante.




                     Pero  el  verano  pasado  vi  un  chotacabras.  El


              primero  en  años.  Revoloteaba  a  la  caza  de


              insectos  en  un  anochecer  templado,  con  las



              franjas alares destellando en el crepúsculo. Con


              aquel piar suave, eléctrico.




                     Así que cocino y como en el hangar. Intenté


              comer en mi casa, en la mesa de la cocina, como


              Bangley.  Lo  intenté  durante  unos  días,  pero  no


              acababa de sentirme bien.




                     En  las  paredes  de  las  casas  que  rodean  el


              aeropuerto hay más madera de la que podamos








                                                                                                            55
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