Page 56 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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quemar  en  nuestras  vidas.  Con  un  mazo  y  una


              palanca, consigo en pocas horas la leña de una


              semana. Eso sin contar los muebles.




                     Al principio me daba no sé qué hacer leña de


              los acabados de madera de cerezo y nogal y de


              los suelos de arce. Pero… la necesidad es lo que


              marca el valor de las cosas. Aun así empecé por


              las casas cutres. No sé si llegaré a las cuatro o


              cinco pequeñas mansiones realmente bonitas, las



              que  tienen  maderas  nobles  lujosas.  De  ser  así,


              para entonces es probable que ya hayan perdido


              su  caché.  Lo  más  seguro  es  que,  llegado  el


              momento,  solo  repare  en  la  agradable  novedad


              de su aroma al quemarse. Por otro acuerdo tácito


              empezamos  a  recoger  leña  en  las  casas  más


              baratas  que  quedan  al  oeste  de  la  pista  de



              aterrizaje, él al norte y yo al sur, de modo que no


              tengo que andar mucho con la carretilla de vuelta


              al hangar.




                     Bangley  suele  pasarse  por  aquí  y  me  hace


              compañía.  No  sabe  cocinar,  yo  sí.  No  he


              conseguido  enseñarle  a  llamar  a  la  puerta,  o  al


              menos a no entrar tan sigiloso como un fantasma,


              lo  que  me  acojona  un  poco  porque  nunca  sé


              cuánto tiempo lleva observándome.






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