Page 59 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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Sí,  Hig,  sí  que  cantabas,  y  no  era


              precisamente Johnny Cash. Sonríe.




                     Como si fuera la única música que uno puede


              canturrear según el Libro de Bangley.




                     Bueno, ¿qué coño era?




                     Se  encoge  de  hombros.  Y  yo  qué  coño  sé.


              Una de esas mariconadas que ponían en la radio,


              la recuerdo vagamente.




                     La recuerdo vagamente.  Se  me  queda


              mirando  con  una  sonrisa  de  triunfo  y  esa


              desaliñada barba de una semana. Suelto un taco.


              Me echo a reír. Siempre nos pasa igual: me saca


              de quicio hasta que me hace reír. Hasta que llega


              al extremo del ridículo y entonces salta un plomo,



              le da a un interruptor, y me río. Una suerte para


              los dos, supongo.




                     Siéntate,  Bangley.  Acerca  un  taburete.  Hay


              siluro, ensalada de diente de león con albahaca,


              patatas nuevas a la no sé qué sin gratín.




                     ¿Lo ves?, dice. Hablas como los que salen en


              esos  programas.  Si  no  pierdes  aceite  yo  soy


              judío.




                     Lo miro. Me río aún más fuerte.





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