Page 58 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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las casas. Al final, en los últimos meses, debieron


              bebérselo, por las calorías. Después encontré en


              el sótano de la casa de estilo Bauhaus de Piper


              Lane dos barriles de aceite de oliva de veinticinco


              litros,  escondidos  detrás  de  un  montón  de


              ladrillos nuevos.




                     Pero sí que cantabas. Sonríe con satisfacción,


              con  esa  sonrisa  de  oreja  a  oreja  que  le  hace


              parecer aún más desagradable.




                     En  la  estufa  arden  tablones  de  abeto


              canadiense,  la  leña  ideal  para  freír  con  fuego



              rápido.  El  aceite  chisporrotea  y  remuevo  las


              patatas cortadas hasta que casi todos los trozos


              tocan  el  fondo  de  la  sartén.  Con  la  espátula  de


              acero  ajusto  la  palanca  cromada  que  cierra  la


              válvula lateral de la estufa, para reducir el fuego.


              Pienso  que  si  estuviera  hecho  de  otra  pasta,  si


              creyera  que  iba  a  poder  defender  este  lugar  yo



              solo,  le  pegaría  un  tiro  a  Bangley  ahí  mismo  y


              acabaría con todo esto. ¿Sería capaz? Quizá. Y


              luego  echaría  de  menos  la  gresca  de  todos  los


              días.  Seguramente  sentiría  un  gran  vacío.


              Parecemos un matrimonio, de verdad.




                     No creo que estuviera cantando, digo al fin.








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