Page 6 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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maravillosamente bien) Heinlein, sólo mencionar, como
de pasada, que «la puerta se dilató», ha de bastar a un
lector avisado para reconocer que se trata de un mundo
distinto al habitual donde las puertas se abren o cierran
pero, al menos hasta ahora, nunca se dilatan. Ésa, la
solución de Heinlein, será siempre preferible a una torpe
exposición didáctica tan habitual en autores de escasos
vuelos que suelen recurrir a aquello tan manido de: «En
el mundo XXX, la tecnología había avanzado tanto que las
puertas se abrían dilatándose. » Puede parecer lo mismo,
pero resulta mucho más soso, aunque le pueda gustar más
al «lector hembra» de Cortázar.
Viene todo eso a cuento porque si la buena ciencia ficción
resulta poco adecuada para el «lector hembra» de Cortázar,
hay que ser consciente que LA ERA DEL DIAMANTE es, en
ese sentido también, muy buena ciencia ficción. De la
mejor.
Con gran valentía, Stephenson no se detiene en
contarnos todos los detalles de la sociedad que ha
imaginado y nos obliga a confiar en él y seguir leyendo, en
la seguridad de que todo irá encajando poco a poco. Parte
del vocabulario que usa, sobre todo en el aspecto técnico,
nos ha de ser, en principio, desconocido. Stephenson nos
habla de un Shanghai del siglo XXI, en el que, como es
lógico, nunca hemos estado. En realidad la sensación es la
misma que pudiera tener un observador del siglo pasado
ante una conversación actual en la que nosotros hablá‐
ramos como lo hacemos normalmente, sin concesiones de
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