Page 9 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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tecnocultura y, con la experiencia de un hacker, sabe cómo fun‐
cionan realmente las cosas». Por si ello fuera poco,
Stephenson vive en esa Seattle que es, nada más ni nada
menos, la sede central de la hoy omnipresente Microsoft.
Las consecuencias son evidentes. Sin embargo, pese a lo
que diga Sterling (a quien es obligatorio respetar en todo
lo que haga referencia al ciberpunk...) me gusta, pensar
que, como dice The Village Voice y hemos elegido para la,
portada de este libro: «Neal Stephenson es el Quentin
Tarantino de la ciencia ficción post‐ciberpunk.»
Y posiblemente ésa sea la verdadera explicación de que
LA ERA DEL DIAMANTE esté en nuestra colección. Si sólo
fuera una novela ciberpunk más, tal vez no la habría
seleccionado. Ni siquiera pese a sus premios. Ya he dicho
que no soy devoto de «lo» ciberpunk.
Pero estoy convencido que LA ERA DEL DIAMANTE
culmina y, en definitiva, trasciende la corriente ciberpunk.
Es algo más y, nunca hay que olvidarlo, la obra de un
escritor imaginativo y con una brillante creatividad. El
Shanghai que imagina, esa sociedad escindida en «phyles»
o tribus, ese predominio de los neovictorianos, es, en
definitiva, un mundo complejo y nuevo que, por ejemplo,
no rehuye ni siquiera referencias cultas de todo tipo.
En la reseña que sobre LA ERA DEL DIAMANTE hiciera
Caleb Crainpara el New York Newsday (12 de febrero de
1995) se nos desvela alguna: «El nombre ʺNellʺ es un guiño
a Charles Dickens. Al final de The Old Curiosity Shop, la
pequeña Nell expira melodramáticamente. La muerte de la
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