Page 1044 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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ranuras—. Casi está —murmuró—. Casi está.

                La  sensación  de  premura  nocturna,  de  estarse

            deslizando hacia un sueño amargo, se incrementaba.


                —Isaac... —siseó Derkhan. Andrej se había sumido

            en  una  especie  de  sopor  aterrorizado  y  exhausto  y

            comenzó a gemir y a balancearse, los ojos muy abiertos


            y empapados de cansina vaguedad.

                — ¡Hecho! —exclamó Isaac y retrocedió un paso.


                Sobrevino un momento de silencio. El entusiasmo de

            Isaac se disipó rápidamente.

                — ¡Necesitamos a la Tejedora! —dijo—. Se suponía


            que... ¡Dijo que estaría aquí! No podemos hacer nada

            sin ella...




                No podían hacer nada salvo esperar.

                El hedor de la pervertida imaginería onírica crecía y


            crecía,  y  por  toda  la  ciudad,  en  lugares  fortuitos,

            empezaron a escucharse aullidos breves, conforme el

            sufrimiento  de  los  durmientes  en  su  sueño  les  hacía


            gritar  su  miedo  o  su  desafío.  La  lluvia  se  hizo  más

            intensa,  hasta  que  el  suelo  de  hormigón  estuvo

            resbaladizo. Isaac trató de cubrir con el grasiento saco


            algunas  secciones  del  circuito  de  crisis,  moviéndose

            presa de la agitación, en un vano intento por proteger


            su máquina del agua.

                Yagharek contemplaba el resplandeciente paisaje de




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