Page 1047 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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que sacudía su cuerpo.

                Derkhan lo sujetó y lo sostuvo en su lugar. Él ignoró

            su arma, los ojos vacíos de todo lo que no fuera la vasta


            araña que se cernía sobre él con movimientos lentos y

            portentosos.  Derkhan  podía  someterlo  con  facilidad.

            Sus gastados músculos se flexionaban y se retorcían en


            vano. Ella lo arrastró de vuelta y lo inmovilizó.

                Isaac no los miraba. Le tendió el casco a la Tejedora,


            suplicante.

                —Necesitamos que te pongas esto —dijo—. ¡Póntelo

            ya!  Podemos  acabar  con  todas.  Dijiste  que  nos


            ayudarías... a reparar la tela... por favor.

                La lluvia tamborileaba sobre el duro caparazón de la


            Tejedora. Cada segundo más o menos, una o dos gotas

            al  azar  crepitaban  violentamente  y  se  evaporaban  al

            entrar  en  contacto  con  ella.  La  Tejedora  seguía


            hablando, como siempre, un murmullo inaudible que

            Isaac y Derkhan y Yagharek no podían comprender.

                Alargó  las  patas,  tomó  el  casco  con  sus  manos


            suaves, humanas, y se lo colocó sobre la segmentada

            cabeza.

                Isaac cerró los ojos con un alivio breve y exhausto y


            luego volvió a abrirlos.

                — ¡No te lo quites! —siseó—. ¡Ajústatelo!


                Con dedos que se movían con tanta elegancia como

            los de un maestro sastre, la araña lo hizo.




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