Page 1062 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Muy arriba, sobre las amplias y desiertas calles de
Chnum, planeando lentamente junto a las torres del
templo de Cuña del Alquitrán, rodeando el río sobre el
Aullido y remontándose en toda su longitud sobre los
depauperados suburbios del Cantizal, se movían unos
cuerpos complejos.
Con desplazamientos lentos y lenguas babeantes, las
polillas asesinas buscaban presas.
Estaban hambrientas, ansiosas por darse un festín y
preparar sus cuerpos y volver a procrear. Debían cazar.
Pero en cuatro súbitos, idénticos y simultáneos
movimientos (separados por kilómetros en diferentes
cuadrantes de la ciudad) las cuatro polillas asesinas
levantaron la cabeza mientras volaban.
Batieron sus complejas alas y frenaron su marcha,
hasta que estuvieron casi inmóviles en el aire. Cuatro
rezumantes lenguas se desenroscaron y lamieron el
aire.
En la lejanía, sobre el horizonte que brillaba con
manchones de luz sucia, en los exteriores de la masa
central de edificios, una columna se elevaba desde el
suelo. Crecía y crecía mientras ellas lamían y
saboreaban, y empezaron a aletear frenéticas conforme
el aire les traía el aroma, el olor suculento de aquello
que hervía y se arremolinaba en el éter.
Las demás fragancias y esencias de la ciudad se
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