Page 1084 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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La tercera polilla llegó, rociando agua de lluvia en
todas direcciones con el furioso batir de sus alas. Se
detuvo durante una fracción de segundo, mientras
saboreaba en el aire la muerte de la otra polilla, pero el
tufo de aquellas asombrosas ondas Tejedora/Consejo
resultaba irresistible. Se arrastró sobre los pegajosos y
resbaladizos intestinos de la polilla caída.
Su hermana fue más rápida. Encontró la tubería de
salida del casco, hundió la boca en el embudo y ancló
su lengua al tubo como una especie de vampírico
cordón umbilical.
Tragó y chupó, hambrienta y excitada, borracha,
devorada por el deseo.
Estaba presa. No pudo resistirse cuando la potencia
del alimento empezó a abrir un agujero en las paredes
de su estómago. Gimió y vomitó, mientras los glóbulos
metadimensionales de patrones cerebrales volvían a
ascender por su esófago y se encontraban con el
torrente que seguía succionando como si fuera néctar,
convergían en su garganta y la ahogaban, hasta que la
suave piel de su cuello se distendió y desgarró.
Empezó a sangrar y a morir por la descuartizada
traqueotomía, sin dejar de beber del casco y acelerando
así su propia muerte. La marejada de energía era
demasiado intensa: destruyó a la polilla tan deprisa
como su propia sangre sin adulterar hubiera hecho con
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