Page 1082 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
P. 1082
Chilló de placer.
Su cráneo vibraba en su carne. Goterones de intensas
ondas mentales artificiales chorreaban por su garganta
y goteaban invisibles por las comisuras de su boca, un
chorro ardiente de dulces e intensas calorías‐
pensamiento que se derramaba y se derramaba en su
vientre, más poderoso, más concentrado que su
alimento cotidiano en un factor vasto y cada vez
mayor, un torrente de energía incontrolable que se
extendió por su esófago y llenó su estómago en
cuestión de segundos.
La polilla no podía soltarse. Se quedó allí,
atracándose, paralizada. Podía sentir la inminencia de
un peligro pero no le importaba, no podía pensar en
nada que no fuera el embriagador y hechizante flujo de
alimento que la inmovilizaba, que la enfocaba. Estaba
atrapada allí con la intensidad imbécil de un insecto
nocturno que se arroja una vez tras otra contra un
cristal agrietado, tratando de encontrar un camino
hasta la llama letal.
La polilla asesina se inmolaba a sí misma, inmersa en
un torrente incontenible de poder.
Su estómago se hinchó y la quitina se quebró. El
masivo fluir de emanaciones mentales la abrumaba. La
enorme e inconcebible criatura se convulsionó una vez;
su vientre y su cráneo estallaron con sonidos húmedos
1082

