Page 432 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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fácilmente dentro de su campo de visión. Lo que había
estado en la periferia de su percepción se tornaba
inevitable campo cambiante; el hombre sucumbió,
dejando caer los ojos ante el cambio violento de las alas,
boquiabierto y trémulo. Su brazo‐cañón apuntó al
suelo.
Con un chasquido de carne, la criatura libre cerró la
puerta. Se situó junto a los cuatro hombres hechizados,
babeantes e indefensos. La demanda de uno de los
cautivos interrumpió su hambre de forma humillante.
Se acercó a las víctimas y las giró, encarándolas con las
cuatro polillas atrapadas.
Se produjo un breve instante en el que los hombres
ya no contemplaban las alas, en el que la mente trató
de liberarse por un segundo, pero entonces el
asombroso espectáculo de los cuatro juegos de
patrones hipnóticos les arrebató violentamente la
razón, condenándolos. Ahora a su espalda, el intruso
acercó a cada hombre a uno de los seres encadenados,
que extendían ansiosos los cortos miembros que les
quedaban libres para apresar a sus víctimas.
Las criaturas se alimentaron.
Una de ellas consiguió hacerse con las llaves en el
cinturón de su comida, y se las arrancó. Cuando hubo
terminado de sorber, introdujo con movimientos
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