Page 797 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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sus escapadas nocturnas pasaran desapercibidas.
La luz del día llegó, y con ella el sonido gutural de
los trenes. Comenzó el estridente y sucio diálogo
matutino de las familias de las barcazas, que se
gritaban de una balsa a otra junto a la basura. El primer
turno de los trabajadores se dirigía hacia sus fábricas
para humillarse ante las vastas cadenas, las máquinas
de vapor y los roncos martillos de aquellas catedrales
profanas.
Solo quedaban cinco figuras en el claro: Isaac y sus
compañeros, la espantosa aparición que hablaba por el
Consejo de los Constructos y el enorme autómata en sí,
moviendo despacioso sus miembros segmentados.
Isaac, Derkhan y Yagharek se levantaron para
marchar. Estaban agotados y con distintos grados de
dolor, desde las rodillas y las manos despellejadas por
el suelo picudo, hasta la cabeza palpitante de Isaac.
Estaban cubiertos de mugre y grima, de un polvo
denso como el humo. Parecía que hubieran sido
abrasados.
Guardaron los espejos y el material para los cascos
en un lugar que pudieran recordar del vertedero. Isaac
y Derkhan miraron confusos el paisaje a su alrededor,
totalmente distinto a la luz del día; el ambiente
amenazador se tornó patético, y las formas siniestras se
revelaron como cochecitos de niño y colchones rotos.
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