Page 867 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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tercera.
Sus hermanas casi habían alcanzado el ápice de la
bóveda, tras una larga y sigilosa escalada. La recién
llegada estaba demasiado ansiosa para eso. Se
incorporó sobre la misma ventana de la que habían
surgido las otras, aferrando el marco, equilibrando su
masa compleja en el borde de madera. Entonces, con
un chasquido audible, aleteó hacia arriba, hacia el cielo.
Yagharek no estaba seguro de dónde procedió el
siguiente sonido, pero creyó oír el susurro de las otras
dos polillas, desaprobando o advirtiendo a su
apresurada hermana.
Hubo un zumbido de respuesta. En la quietud del
toque de queda del Invernadero, se oyó fácilmente el
sonido de los engranajes mecánicos desde lo alto del
templo.
Yagharek permaneció inmóvil.
Una luz surgió desde la cima de la pirámide, un
cegador rayo lechoso, tan áspero y definido que casi
parecía sólido. Procedía de las lentes de la extraña
máquina.
El garuda observó por sus espejos. En la débil
radiación ambiental que emanaba desde el foco
resplandeciente, podía ver a una dotación de ancianos
cactos estacionados detrás del ingenio, ajustando
frenéticos los diales, las válvulas, aferrando uno de
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