Page 265 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven                                                        Un mundo fuera del tiempo


                  En cuanto llegó al coche, comenzó a llover.


                  El vehículo se negaba a moverse a menos que



               las puertas estuvieran cerradas…, con el garrote


               dentro,  ardiendo.  La  pequeña  llama  se  había


               apagado. La lluvia caía torrencialmente, como si


               no pensara parar hasta que el mundo fuera todo


               agua.  Adentro, humo;  fuera, lluvia:  Corbell  no


               veía nada.


                  Afortunadamente, el trayecto no era largo. El



               coche  se  detuvo  sobre  el  mismo  grupo  de


               parras.  Corbell  sacó  el  cubo  de  basura  a  la


               lluvia,  pero  se  quedó  en  el  vehículo,  soplando


               sobre las brasas, con las puertas abiertas.


                  La lluvia vespertina siguió y siguió. Al fin el


               garrote  dejó  de  arder,  pero  a  Corbell  ya  no  le


               importaba:  toda  la  leña  del  parque  debía  de


               estar  empapada.  Al  caminar  por  aquel  terreno


               húmedo recogió diversas frutas para cenar.



                  Volvió  a  dormir  en  el  automóvil.  Una  noche


               de humedad, desvelo y calambres coronó aquel


               mísero  día.  En  aquella  selva  de  deleites,  en


               aquella  jungla  donde  cuanto  crecía  parecía


               destinado a servir al hombre, Corbell no había


               logrado hacer fuego, ni siquiera con la ayuda de


               un  horno.  ¡Cómo  se  habría  reído  Robinson



               Crusoe!





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