Page 365 - Un Mundo Fuera Del Tiempo - Larry Niven
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Larry Niven Un mundo fuera del tiempo
Las «cabinas telefónicas» no tenían suficiente
alcance. Iban bien para ocultarse en una ciudad,
pero no para escapar definitivamente, a menos
que lograran llegar a la red de transporte para
casos de emergencia que Skatholtz le había
dibujado. Sería mejor disponer de un coche…
o… ¿qué habrían utilizado los Varones para
transportar aquellos doce dormitorios del tejado
de Ciudad Dikta? ¿Algún helicóptero
gigantesco? Tenía que ser un vehículo volador
de gran tamaño.
Sería difícil encontrar alguna de esas cosas
fuera de una ciudad. Tal vez sólo existieran en
Sarash‐Zillish. Pero llegarían allí demasiado
tarde. Para entonces, el pelo de Gording
empezaría ya a crecer negro.
El quinto día, a primera hora de la tarde, un
solitario cazaba a lo lejos, entre el maíz. Saltaba,
caminaba un poco, saltaba, caminaba: debía de
estar cansado. Pero el canguro que perseguía
estaba exhausto. Brincaba y caminaba
torpemente, brincaba, caminaba, miraba por
encima del hombro al solitario, cada vez más
cercano… Al fin se detuvo y esperó a que el
cazador se acercara y lo matase.
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