Page 24 - Southern Reach 01 - Aniquilacion - Jeff Vandermeer
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las  balas  detendrían  a  un  cerdo  salvaje  de  más  de


             trescientos  kilos,  aunque  tal  vez  no.  Estábamos

             demasiado  recelosas  como  para  apartar  la  vista  del

             animal, desempaquetar el estuche de pistolas del equipo

             y  abrir  su  cerrojo  triple.  No  había  tiempo  para  que  la


             psicóloga             preparase             alguna           sugestión            hipnótica

             destinada  a  mantenernos  concentradas  y  firmes;  de

             hecho, lo único que se le ocurrió fue decir:



                    —¡No os acerquéis a él! ¡Que no os toque! —Mientras,


             el jabalí continuaba a la carga.



                    A la  antropóloga le  salió  una risita nerviosa  por  lo

             absurdo  de  vivir  una  situación  de  emergencia  que

             tardaba tanto en desarrollarse. La única que emprendió


             una acción directa fue la topógrafa, rodilla al suelo para

             apuntar  mejor.  Las  órdenes  recibidas  incluían  la  útil

             directriz de «matar solo si estáis bajo amenaza de que os

             maten».



                    Yo  continué  observando  por  los  binóculos  y,  a


             medida que el jabalí se acercaba, su rostro se volvió cada

             vez más extraño. Tenía los rasgos desfigurados, como si

             la  bestia  estuviera  sufriendo  un  tormento  interior


             extremo.  Ni  su  hocico  ni  su  cara  larga  y  ancha  tenían

             nada  extraordinario;  sin  embargo,  tuve  la  asombrosa

             percepción  de  alguna  presencia  por  cómo  su  mirada


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