Page 171 - Dimension De Milagros - Robert Sheckley
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se movían al galope alrededor de los árboles. Sus patas

          hacían temblar el suelo, y los árboles se sacudían y nubes

          de polvo se levantaban en el aire. Era frecuente que el


          flanco de una bestia rozara contra el flanco de otra; los

          choques  frontales  se  evitaban  mediante  giros  rápidos,

          frenadas abruptas o a veces, aceleraciones repentinas. Se


          oían muchos bramidos por el derecho a pasar. La vista de

          tantos miles de dinosaurios apresurados era tan temible


          como abrumador el olor qué emanaban.


                 —Hemos  llegado  —dijo  Emie,  deteniéndose  tan

          bruscamente que Carmody casi salió volando por encima


          de su cuello—. ¡Aquí viene mi papá!


                 Al mirar en torno, Carmody vio que Emie les había

          llevado  hasta  una  pequeña  arboleda  de  sequoias.  Esos

          árboles enormes formaban un oasis dentro de la selva.


          Con paso lento, casi lánguido, dos o tres dinosaurios se

          movían  entre  los  abetos  gigantescos,  indiferentes  a  la

          barahúnda que había a unos cincuenta metros. Carmody


          llegó a la conclusión de que podría desmontar sin que lo

          aplastaran, y cautelosamente se deslizó por el cuello de


          Emie.


                 —Papi  —gritó  Emie—.  ¡Eh,  papi!  ¡Mira  lo  que

          encontré, mira papá!


                 Uno de los dinosaurios miró hacia arriba; se trataba


          de un tiranosaurio algo más grande que Emie, con estrías




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