Page 916 - Kraken - China Mieville
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durmientes,  para  que  intervinieran  cuando  el


             minutero  se  pusiera  vertical.  Los  krakenistas



             tenían a sus berserkers. Pero los guerreros que se


             habían ofrecido voluntarios y habían sido elegidos


             para esa sagrada tarea final estaban todos muertos,


             antes de que el teuthex pudiera hacer efectiva su


             transformación. De modo que el último batallón


             del  Kraken  tenía  que  constituirse  a  partir  de  las


             tropas              de         los         empleados,                   funcionarios,



             limpiadores y fieles de a pie de la iglesia.



                    Qué  era  el  calamarismo  sino  alteridad,



             incomprensibilidad.  ¿Por  qué  iba  una  deidad


             semejante a entender a aquellos que se doblegaban


             ante  su  gloria?  ¿Por  qué  debería  ofrecer  nada?


             ¿Nada en absoluto?




                    La  ausencia  del  deseo  de  recompensa  del


             kraken era en parte lo que, según decían sus fieles,


             los diferenciaba de la avariciosa tríada abrahámica


             y  sus  quid  pro  quo:  «Te  conduciré  al  cielo  si  me


             veneras». Pero incluso el kraken les iba a dar esta


             transmutación, este quid pro quo calamárico, por las



             contingencias de veneración, toxina y fe.



                    —Veinte  mordeduras  de  kraken  no  es  poca



             cosa.  Ahora  depende  de  nosotros.  Tenemos  que


             traer  la  noche  —dijo  Dane—.  Provocarla  y




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