Page 167 - Arcana Mundi - Elizabeth Bear
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—Ella me hizo —dijo el unicornio—, pero eso no la
convierte en mi madre. ¿Hay algo más de lo que tengan la
obligación legal de informarme?
—No —dijo Indrapramit.
—Entonces lárguense de aquí. —El unicornio colocó una
piedra ambarina en la cuadrícula del juego. Un resplandor
dorado la envolvió junto con las piedras adyacentes—. Yo
gano.
—Almacenada —dijo Indrapramit con desagrado, de
vuelta a su propio cuerpo, entre mordiscos a una porción de
quiche—. Y contenta de estarlo.
Ferron había pedido un sándwich con verduras, pasta
de aceitunas negras, queso y un elaborado e incomprensible
embutido europeo hecho con una mezcla de proteínas
artificiales ahumadas. Estaba delicioso, en un sentido del
todo exótico.
—¿Preferirías que se sintiera desdichada e insatisfecha?
Indrapramit soltó un gruñido de descontento y pellizcó
un poco de huevo y espinaca.
Ferron sabía que su actitud combativa en realidad tenía
que ver con su madre, no con la elusiva hija de Fang‐Coffin.

