Page 60 - El Horror De Dunwich - H P Lovecraft
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zumbante  del  perro,  habían  disminuido  mucho


              para  entonces;  pero  Armitage  percibió  ahora  con


              súbito  asombro  que  un  estridente  coro  de


              chotacabras  había  emprendido  entre  los  arbustos



              un maldito canturreo rítmico, como acompañando


              a los últimos jadeos de un moribundo.




                     El edificio estaba saturado de un terrible hedor


              que el doctor Armitage conocía demasiado bien, y


              los  tres  hombres  se  precipitaron  a  través  del


              vestíbulo  hacia  el  pequeño  salón  de  lectura  de


              temas genealógicos de donde provenía el gemido


              grave. Por un instante, nadie se atrevió a encender



              la luz, después Armitage se armó de coraje y movió


              el interruptor. Uno de los tres —no es seguro cuál—


              lanzó un terrible grito al ver lo que tenía delante, en


              medio de mesas desordenadas y sillas volcadas. El


              profesor  Rice  afirma  que  perdió  por  completo  la


              conciencia durante un instante, aunque no llegó a


              tambalearse ni a caer.




                     Lo que yacía tendido de costado en medio de un


              charco  fétido  de  líquido  purulento  amarillo‐


              verdoso, tan pegajoso como la brea, medía casi dos


              metros  setenta  de  altura,  y  el  perro  le  había



              desgarrado toda la ropa y parte de la piel. No estaba


              del  todo  muerto,  pero  se  retorcía  en  silencio  con






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