Page 287 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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contacto con algo de calidad, y si no realizaba un


              esfuerzo  consciente  por  detener  el  proceso,


              acababa  recordando  básicamente  todo  lo  que  le


              había sucedido en los primeros años de su vida: el


              Mercedes que la llevaba a una escuela privada, el


              candelabro  de  cristal  que  sonaba  como  las


              campanas  de  las  hadas  cuando  lo  tocaba,  el


              dormitorio revestido con una cama de cuatro co‐


              lumnas con una colcha de seda. Por razones que


              todavía no estaban claras, Madre se había alejado


              de  todo  aquello  para  ir  a  lo  que  se  consideraba


              pobreza en aquellos días. Miranda sólo recordaba


              que cuando estaba físicamente más cerca de Padre,


              Madre los vigilaba con mayor diligencia de la que


              parecía normal.





                 Un mes o dos después, Miranda salió cansada de


              una larga sesión de Princesa Nell y se sorprendió


              al  darse  cuenta  de  que  había  estado  ocho  horas


              seguidas sin interrupción. Tenía la garganta rota, y


              no  había  ido  al  baño  en  horas.  Había  ganado


              mucho dinero. Y la hora en Nueva York era algo


              así como las seis de la mañana, lo que hacía poco


              probable que la niña viviese allí. Debía de estar en


              una  zona  horaria  no  muy  diferente  de  la  de


              Miranda,  y  debía  de  sentarse  jugando  con  el


              ractivo todo el día en lugar de ir a la escuela como


              debiera una niña rica. Eran pruebas muy débiles,


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