Page 42 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Los adultos en su mayoría permanecieron a
bordo de las naves aéreas y les dieron a los niños
unos minutos para desahogarse, aunque podía
verse a lord Finkle‐McGraw caminando hacia la
Atlantis, golpeando curioso el suelo con el bastón,
como para asegurarse que era digno de ser pisado
por pies reales.
Un hombre y una mujer bajaron la pasarela de la
Atlantis: con un vestido floral que exploraba la
difusa frontera entre la modestia y el confort
estival, acompañado de un parasol a juego, la Reina
Victoria II de Atlantis. Con un elegante traje beige,
su marido, el Príncipe Consorte, cuyo nombre era,
lamentablemente, Joe. Joe, o Joseph como se le
llamaba en circunstancias oficiales, bajó primero,
moviéndose con el ritmo algo pomposo de un‐
paso‐pequeño‐para‐un‐hombre, luego se volvió
hacia Su Majestad y le ofreció la mano, que ella
aceptó graciosa pero ligeramente, como si quisiese
recordar a todo el mundo que había sido alumna
de Oxford y que había quemado la tensión de los
estudios en la Stanford B‐School con la natación, el
patinaje y el jeet kune do. Lord Finkle‐McGraw
hizo una reverencia cuando las sandalias tocaron el
suelo. Ella extendió la mano, y él la besó; aunque
era atrevido, estaba permitido si eras viejo y tenías
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