Page 39 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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Había piezas de construcción tetraédrica de calcio
y carbono, del tamaño de semillas de amapola, cada
una equipada con una fuente de energía, un cerebro
y un sistema de navegación. Se elevaron del fondo
del océano a una señal dada por la princesa
Charlotte; se había despertado para encontrar un
pequeño regalo bajo la almohada, lo abrió para
descubrir un silbato dorado con una cadena, se fue
al balcón, y sopló el silbato.
El coral convergía al lugar de la isla desde todas
direcciones, con algunos de los litóculos
desplazándose durante varios kilómetros para
llegar a las posiciones asignadas. Desplazaban un
volumen de agua igual al de la isla, varios
kilómetros cúbicos en total. El resultado era una
turbulencia furibunda, una hinchazón en la
superficie del océano que provocó los gritos de los
niños, quienes pensaban que podía elevarse y
atrapar la nave en el cielo; y de hecho unas gotas
mancharon el vientre de diamante de la nave,
obligando al piloto a ganar algo más de altura. La
súbita maniobra provocó la risa sincera de los
padres en el salón de baile, que estaban encantados
con la ilusión de peligro y la impotencia ante la
naturaleza.
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