Page 462 - La Era Del Diamante - Neal Stephenson
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cualquier cosa que la Princesa Nell hubiese
imaginado: Tierra Más Allá.
La Princesa Nell lloró amargamente por la
pérdida de Dinosaurio y quería esperar en la orilla
por si se había agarrado a algún pecio o desecho
y había conseguido salvarse.
—No debemos permanecer aquí —dijo
Púrpura—, no sea que nos vean los centinelas del
Rey Urraca.
—¿El Rey Urraca? —dijo la Princesa Nell.
—Uno de los doce Reyes y Reinas Feéricos. Esta
costa es parte de sus dominios —dijo Púrpura—.
Tiene una bandada de estorninos para vigilar las
fronteras.
—¡Demasiado tarde! —gritó Pedro, el de los ojos
certeros—. ¡Nos han descubierto!
En ese momento se levantó el sol, y los Amigos
Nocturnos se convirtieron de nuevo en animales
de peluche.
Un pájaro solitario se dirigía hacia ellos en el
cielo de la mañana. Cuando se acercó, la Princesa
Nell vio que después de todo no era uno de los es‐
torninos del Rey Urraca; era su amigo el Cuervo.
Se posó sobre una rama por encima de su cabeza y
dijo:
—¡Buenas noticias! ¡Malas noticias! ¿Por dónde
empiezo?
—Por las buenas noticias —dijo la Princesa Nell.
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