Page 206 - STARMAN'S QUEST - Silverberg Robert
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CAPÍTULO XVI
En aquel instante, estaba Alan tan sobrecogido
que nada pudo contestar a su abogado; pero, al ca‐
bo de un año de haberse celebrado el juicio, empezó
a conocer el deleite de ser millonario.
Quebraderos de cabeza los tenía. ¿Quién no los
tiene, por muy rico que sea? Había dicho al difunto
Hawkes que debía estampar su firma en algún
documento… Pues bien; hubo de poner centenares
de ellas para que efectuaran el traspaso a su nom‐
bre de los fondos que en cuenta corriente tenía el
testador en los Bancos; para que fueran hechas las
oportunas inscripciones en el Registro de la Pro‐
piedad, para que le hiciesen entrega de los valores
mobiliarios. Y hubo de bregar con los agentes del
Fisco —que le marearon a visitas— para fijar el
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