Page 1019 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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—¿Cómo  iba  a  seguirla  el  admirador  secreto  de

           Wanda? —añade Jennifer—. ¿Nadando?




                 Resulta  que  sabemos  que  ningún  barco  ha  tocado

           Bartolomé desde que dejamos Santa Cruz; no hay yates

           cerca, y todos hubiesen reconocido a un pescador local.



                 Roberto  se  pone  rojo  bajo  el  bronceado  que  todos

           compartimos. Con pena, le toco la mano mientras le digo


           al grupo:



                 —Adelante, gente, bucead con tubo o lo que queráis.

           Volveré a tiempo para mi parte de las tareas.



                 Luego,  con  rapidez,  me  alejo  de  la  ensenada.

           Realmente necesito algo de soledad en esta extraña, dura


           y hermosa naturaleza.



                 Podría fusionarme sumergiéndome. El agua es clara

           como el cristal, sedosa a mi alrededor; de vez en cuando

           veo un pingüino, no nadando sino más bien volando por

           el  agua;  los  peces  danzan  como  fuegos  de  artificio,  las


           algas bailan el hula; puedo hacer amistad con los leones

           marinos.  Pero  los  otros  nadadores,  no  importa  lo

           encantadores que sean, hablarán. Lo que quiero es estar


           en  comunión  con  la  tierra.  En  compañía  no  podría

           admitirlo.  Suena  demasiado  pomposo,  como  si

           perteneciese a Greenpeace o a la República Popular de

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