Page 1044 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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exterior cerraba un pequeño patio donde había aparcado

           otro  cronociclo.  Cortinas  nacaradas  relucían  en  las


           puertas y sobre las zonas sin techo de los edificios que

           rodeaban el resto de los espacios abiertos. Eran campos

           de fuerzas, reconoció Tamberly, resistentes a todo lo que


           no fuese un impacto nuclear.



                 —En el nombre de Dios —gritó Castelar cuando le

           golpeó una bota—, ¿qué es esto? ¡Decídmelo antes de que

           me vuelva loco!



                 —Tranquilo,                don         Luis,        tranquilo            —contestó


           Tamberly con rapidez—. Somos cautivos. Habéis visto lo

           que pueden hacer sus armas. Id como dicen. Puede que el

           cielo tenga misericordia de nosotros, pero ahora estamos

           indefensos.



                 El español apretó la mandíbula y entró en una pieza


           más pequeña con los dos que le habían asignado. El líder

           del grupo fue a la habitación más grande. Las barreras

           desaparecieron  para  dejar  pasar  a  los  dos  grupos.  Se


           quedaron  apagadas,  ofreciendo  una  visión  de  piedras,

           cielo y libertad. Tamberly supuso que era para permitir la

           entrada  de  aire  fresco;  la  habitación  en  la  que  se

           encontraba  parecía  no  haber  sido  usada  desde  hacía


           mucho.




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