Page 641 - La Patrulla Del Tiempo - Poul Anderson
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1934
Salí de la base de Nueva York a la fría y temprana
oscuridad de diciembre y me alejé a pie. Las luces y los
escaparates me arrojaban la Navidad, pero no había
muchos compradores. En las esquinas bajo el viento, los
músicos del Ejército de Salvación tocaban o los Santa
Claus hacían sonar campanas sobre sus calderos de
caridad, mientras tristes vendedores ofrecían esto y
aquello. Los godos no sufren la depresión, pensé. Pero los
godos tenían menos que perder. Materialmente, en todo
caso. Espiritualmente… ¿quién lo sabía? Yo no, por
mucha historia que hubiese visto o llegase a ver.
Laurie oyó mis pasos en la entrada y abrió la puerta
del apartamento.
Habíamos fijado la fecha de antemano, después de
que ella volviese de Chicago donde tenía una exposición.
Me abrazó con fuerza.
Al entrar, su alegría se apagó. Nos detuvimos en
medio del salón. Me cogió ambas manos, me miró en
silencio y me preguntó:
—¿Qué te ha hecho daño… en este viaje?
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