Page 569 - Limbo - Bernard Wolfe
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Jarabe  de  regreso  administrado.  El  cuerpo



            restaurándose.                      Cinco             minutos                para            la


            restauración. En cinco minutos estaría de nuevo


            dentro  de  su  piel,  el  antídoto  era  muy  potente


            pero  no  debía  dejar  que  ella  se  diera  cuenta.


            Perder el control significaba la posibilidad de un


            estremecimiento,  una  crispación,  antes  de  la


            recuperación,  cinco  minutos  y  luego:  una



            invitación,  al  martirio.  Tenía  que  luchar.


            Recordaba  lo  que  escribió  Ouspensky  en  un


            cuaderno junto a su cama cuando tomó la heroína


            y  trató  de  plasmar  la  esencia  de  su  experiencia


            mística.  Garabateó  unas  palabras  antes  de  que


            se le cayera el lápiz de entre las manos:


            «Piensa en otras categorías.» Muy bien, pensemos


            en esas categorías. El Oso Ruso no reinará jamás


            a menos que lo haga a zarpazos. Mover algo tan



            insignificante                    como              el        dedo             meñique


            representará que van a romperte todos tus huesos


            uno a uno hasta que confieses que eres  el viejo


            bromista del doctor Martine. Y luego, telón. Antes


            de  que  el  antídoto  te  impulse  a  cualquier


            estremecimiento                       escríbete              una          nota          tipo


            Ouspensky, escríbete una receta para seguir con



            vida, escríbete una sugerencia posthipnótica: no


            te  muevas.  Autohipnosis,  ¿por  qué  no?



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