Page 665 - Limbo - Bernard Wolfe
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manos.
Pero entonces... algo más. Otro sonido más
positivo. Un grito fuertemente afirmativo, hurras,
vítores histéricos y crecientes.
Eran los jóvenes, reaccionando ahora tras el
primer shock paralizante. Saltando en pie.
Brincando. Agitando frenéticamente los brazos al
aire en una oleada de benignidad. Y corriendo,
saltando, saliendo en estampida por los pasillos...
hacia las cabinas de reclutamiento que se estaban
instalando ahora en el gran estrado.
Fueron unos momentos de locura. Y duraron
varios días. Como una gran marea, el Immob
barrió toda la Franja: muy pronto todos excepto
unos cuantos elementos extraños e iconoclastas
entre la juventud —no hay mucho en la literatura
acerca de ellos— fueron reclutados. Antes de
mucho tiempo la cosa empezó a
institucionalizarse; se crearon clubs Immob en las
universidades de E.M., y los académicos
empezaron a revisar sus antiguas disciplinas, y
una nueva filosofía y un nuevo Ethos empezaron
a tomar forma. La atmósfera crepitaba con magia.
Y la magia era infecciosa, a una escala mucho
más allá de los más alocados sueños de Helder.
Casi de la noche a la mañana, el Immob capturó
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